Recorrimos ese puente toda la noche, conversamos nuestro camino a través de las luces de la ciudad, trazamos todas las líneas, matamos todo el tiempo bajo letreros vibrantes y olores densos; desde el centro hasta cualquier lugar menos este. Esa noche, le prometí a estos techos gastados que nunca volvería.
Manejamos alrededor de este lugar toda la noche, pasando los carteles de “cerrado” y lugares familiares… solamente moviéndonos, pasando el tiempo, contando esas líneas centrales, pensando que nos llevarían hacia algún lugar que no conocemos. Y hubo instantes fugaces e intensamente maravillosos, en los que pensamos que se sentía tan correcto tomar todas las señales hacia el oeste y simplemente dejar este pueblo detrás…
Tú me dijiste que tus 21 años pasaron demasiado rápido
y que has estado esperando que este año sea mejor que el pasado.
Que, con tragos más fuertes y las líneas más largas,
has estado librando una guerra contra las más solitarias noches.
Quizás sea por eso que no es sorpresa
que te sientas más muerta que viva,
porque flotas conmigo en alcohol y nicotina,
flotas conmigo en sombras y cafeína.
Me dijiste que el hoyo en tu cabeza
se hizo más grande que el hoyo en tu pecho
y estas atrapada entre verbos pasados y presentes,
que has estado librando otra guerra contra tantos años de mentiras.
Quizás sea por eso que no es sorpresa
que te sientas más muerta que viva,
porque cantas conmigo las mismas farsas
cantas conmigo esas letras suicidas.
Te prometo que es la última vez, te prometo que es mi último intento.Y caminaremos al rededor de esta misma cuadra, caminaremos sobre las grietas de estas mismas veredas… y hablaremos sobre dejar esta ciudad…
Anticrónico.