Otro Salto
Hasta el aire se siente distinto acá arriba, el viento golpea con más fuerza mi cara. Siento que estoy tan alto que mis dedos pueden tocar ese techo imaginario del cielo. Los olores casi no existen, nada más que el aroma del agua de mar. Miro hacia abajo y me doy cuenta de lo pequeño que soy, de cómo podría caer y simplemente dejar de existir en menos de un minuto. Me aferro de una baranda de acero gastado, esa misma barra de la cual tantas personas se han aferrado en antes que yo. No me puedo mover; el miedo me paraliza de tal manera, que hasta pestañear me es difícil. La emoción es tan fuerte que mi mano tiembla y se suelta de la baranda, dejándome caer unos sesenta metros, no siento mi corazón ni mis propios gritos, solamente caigo. El suelo se acerca, en milésimas de segundo mi cuerpo se estrellará contra la tierra.
El cable elástico amarrado en mis talones se estira e impide que siga cayendo, vuelvo a sentir mi corazón y me siento más vivo que nunca. Otra experiencia, otro desafío, otra vida… otro salto
Anticronico.


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